¿Qué hay más allá de las producciones de Marvel, además de una buena historia con espectaculares efectos especiales que nos sumergen en este multiuniverso de planos alternos y superhéroes carismáticos con personalidades disímiles que recaudan miles de millones de dólares en la industria del cine de ficción? Seguro se ha hecho más de una vez esta pregunta. La respuesta es simple, aunque el proceso no: es un trabajo en equipo estrictamente meticuloso, detallado, mentalmente agotador, con muchas horas de sacrificio, que va desde un simple boceto hasta el uso de pantallas led para recrear escenarios naturales dentro de un estudio de grabación sin la necesidad de un equipo de iluminación. En este artículo intentaremos realizar una radiografía de lo que esconde Dr. Strange y las franquicias de Marvel en la realización de estas megaproducciones.
Pues bien, como dije antes, estas producciones parten de una lluvia de ideas, borradores y bocetos desarrollados en papel o de manera digital por creativos, diseñadores y escritores. Esta fase es conocida como la preproducción, el pilar fundamental de toda realización audiovisual. Luego viene la ejecución, es decir, para que comprendan mejor, pasar del papel a la grabación (producción). Aquí se respeta todo lo pautado, como planos y movimientos de cámara.
El siguiente paso es la edición (posproducción), etapa favorita de muchos, pues es donde literalmente ocurre la magia: se le da agilidad a la narrativa con efectos, transiciones, uso del croma, modelado y texturas 3D, animación digital, música, entre otros recursos audiovisuales. Finalmente, el empaquetado del producto está listo para su distribución global y marketing respectivo. Cabe resaltar que existen otros elementos que forman parte de la producción, como el maquillaje, la escenografía, las locaciones, el vestuario, las maquetas, entre otros.
¿Qué es un guion gráfico?
Quienes son seguidores de los cómics de Marvel se habrán dado cuenta de que muchas de estas películas son calcos de revistas que leíamos de pequeños. Sí, nos llamaban la atención estas viñetas (fotogramas) con ilustraciones coloridas, escenarios apocalípticos increíbles, personajes mutantes, villanos estrambóticos y, claro, nuestros superhéroes recreados con expresiones, movimientos, formas y diálogos sencillos encapsulados en pequeños bocadillos donde ni siquiera el maullido de los gatos y el sonido de los golpes de encarnizadas luchas (manchas de sangre, moretones, arañazos, cuerpos desmembrados, por citar algunas situaciones) se escapaban.
Esta descripción representa casi el concepto de guion gráfico o storyboard, y digo “casi” porque para ser considerado totalmente como tal habría que agregar y quitar algunos elementos. Por ejemplo, se añadiría a estos cuadros, símbolos que representen los movimientos de cámara. En la parte inferior de cada una de las viñetas se redactaría un texto pequeño donde se explique de qué trata la escena; es más, hay quienes recomiendan que antes de bocetear o dibujar es mejor, primero, redactar la historia. Los guiones gráficos, en su mayoría, no tienen los bocadillos de los diálogos que aparecen en los cómics. Ojo que los guiones gráficos no son el único formato para narrar historias, existen otros tipos de guiones como el técnico y el literario. Los tres son complementarios.
Del storytelling a la transmedia
La palabra storytelling es una expresión anglosajona que se descompone en dos palabras: historia (story) y contar (telling). Se podría definir como una narrativa trepidante de sucesos, con un mensaje final que deja un aprendizaje o concepto. El storytelling trasciende más allá de la ficción. En realidad, es versátil y se aplica también en la educación, la psicología, la sociología, el periodismo o cualquier ciencia del grupo de las humanidades. “Las historias son poderosas. Bien escritas, pueden inspirarnos a movilizarnos y apoyar activamente una causa, aportar ideas y recursos, y generar un impacto social. El cerebro humano está hecho para comprender el mundo a través de las historias, para asimilarlas y preservarlas, y este conocimiento puede ser utilizado estratégicamente para lograr objetivos significativos, como influir en líderes de opinión y tomadores de decisiones”, afirma Gabriela Lehnhoff en su libro Manual de storytelling para comunicar.
Pero las historias bien escritas, como dice Lehnhoff, necesitan también de la transmedia para expandir, profundizar y personalizar sus contenidos en diversas plataformas: libros, internet, videojuegos, redes sociales, revistas, podcast, entre otros, donde las audiencias han dejado de ser pasivos y se convierten en consumidores activos que producen su propio contenido, ese que quizás al recordado Stan Lee nunca se le pasó por la cabeza para contar en un cómic. Hay una audiencia palpitante que demanda más spin off (historias extendidas de algún personaje, en el caso de Dr. Strange crearon sus propias secuelas tras su primera aparición en la película: Los Vengadores) y si no lo encuentran, lo producen ellos mismos gracias a la tecnología que hoy tenemos.
Cuando vemos al Dr. Strange, junto a una adolescente latina, peleando por su vida al intentar huir de las fauces y los tentáculos de un gigantesco monstruo de un solo ojo, abriendo con sus escudos holográmicos distintos agujeros para saltar a otros universos, me pregunto: ¿será esto posible en nuestra realidad?
Quizás la especulación de Albert Einstein sobre la posibilidad de mundos paralelos pueda ser, algún día, categóricamente demostrada y ¿qué ocurre con la propuesta del Metaverso que anunció el creador de Facebook, Mark Elliot Zuckerberg?, ¿no es ya una realidad que revolucionará el mundo de las comunicaciones como alguna vez lo hizo el cine? Hasta hace poco, los avatares eran personajes exclusivamente de las películas, pues, según Zuckerberg, ahora forman parte de la realidad virtual, y seremos nosotros mismos. Sí, de seguro, amigo lector, en este momento, al leer todo esto, le estalla la cabeza por saber qué nos depara el futuro.
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