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Escrito por: Pierr Adrianzén Román
Publicado: 29/09/2020
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Un Congreso entre el bien y el mal

Escrito por: Pierr Adrianzén Román
Publicado: 29/09/2020

Estamos viviendo una crisis sanitaria mundial, que en nuestro país tiene como consecuencia no solo la muerte de compatriotas, sino también un aumento significativo en la tasa de desempleo, un déficit importante en la economía y, a largo plazo, un incremento de la brecha económica, social y educativa, en un país que no estaba preparado a nivel sanitario para la atención ni tampoco tecnológicamente para un aislamiento social, lo que llevó al Gobierno a la toma de decisiones apresuradas y otras inoportunas que nos permiten mantenernos a flote.

En la última semana, en medio de todo este problema, algunos de los miembros del Congreso de la República en ese afán incansable y titánico, que comparten muchos otros entes que ejercen el poder público, de llegar a determinar “verdades” en pro de la “luchar contra la corrupción”, exhibieron al país una serie de conversaciones en audios digitales, entre personas allegadas laboralmente al presidente de la República y, otros con quienes se indaga si tiene relación, los cuales al parecer han sido grabados subrepticiamente y llegaron a las manos del congresista Alarcón. 

Ello, como es evidente, agudizó la crisis política en medio de la pandemia, que fue condensada en una moción de vacancia con el rótulo de incapacidad moral y que posiblemente ya haya sido discutida. Se nos está haciendo costumbre las vacancias express, en solo unos días se quiere destituir de un cargo constitucionalmente legítimo al presidente a menos de nueve meses de concluir el periodo, haciendo uso de herramientas también legítimas pero que en su ejecución se advierte conveniencias personales mas que intereses públicos. 

La pugna por el poder es y será así, se buscará el mínimo defecto para atacar en medio de una coyuntura beligerante que desgraciadamente desde hace algunos años el legislativo y el ejecutivo mantienen, ya no se distingue del bien y el del mal, a meses del bicentenario de la República, no podemos permitir como ciudadanos que todo valga, irrupciones arbitrarias en el ámbito privado de la más alta autoridad, la propagación de acusaciones tendenciosas y mal intencionadas, comunicación del presidente del Congreso con las Fuerzas Armadas seguramente no con buenas intenciones y toda la parafernalia que buscó desestabilizar el Gobierno. 

Se recurre una vez más al Tribunal Constitucional, que se está convirtiendo en nuestra última esperanza jurídica y también política.


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