En los últimos días, se vienen emitiendo alertas por la crisis ambiental en Sudamérica. El Perú no es ajeno a esta situación tan preocupante, donde la vida natural atraviesa nuevamente un enorme desafío. Los incendios forestales son fuegos descontrolados que ocurren en áreas rurales o bosques y que pueden extenderse rápidamente, devastando grandes extensiones de terreno, afectando la biodiversidad y poniendo en riesgo la vida de personas y animales. Estos incendios pueden ser causados por fenómenos naturales como rayos o erupciones volcánicas, pero en muchos casos son provocados por la actividad humana, ya sea de forma intencional o accidental.
En los últimos años, se han registrado incendios forestales accidentales, atribuibles a prácticas ancestrales como cultos y/o rituales que comunidades nativas o indígenas realizan para mejorar sus actividades como parte de su cultura; además, se consideran actividades ilegales que vienen contribuyendo a este tipo de eventos que atentan contra el ecosistema. Por ello, es clave indicar las cifras que expone el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), que reportó que, hasta la fecha en 2024, se han registrado más de 173 emergencias de este tipo, dejando un saldo de 15 personas fallecidas, más de 100 heridas y 1876 damnificadas, según últimas informaciones del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci). De igual manera, 1495 hectáreas de cultivo se han perdido, mientras que otras 1264 hectáreas han quedado afectadas por el fuego.
Por lo tanto, frente a este evento, se pueden listar los siguientes riesgos: destrucción de hábitats y nichos ecológicos, alteración de la cadena trófica, reducción de la capacidad de los ecosistemas para regular el clima, la fragmentación de ecosistemas; además, de cambios en la estructura del suelo y pérdida de nutrientes. Estos son algunos de los riesgos más resaltantes, los cuales deben ser gestionados con prontitud.
El control de los incendios forestales es un proceso complejo que involucra diferentes etapas y técnicas, dependiendo de la magnitud del fuego, las condiciones climáticas, el tipo de vegetación y el acceso al área afectada. Algunas alternativas serían: trabajo multidisciplinario de acción inmediata con participación de personal de Indeci, del Cuerpo General de Bomberos, de la Policía Nacional, del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), de Serfor y de brigadistas organizados. También es primordial usar tecnología de monitoreo posterior y control de rebrotes, uso de aviones cisterna y helicópteros equipados con cubos de agua o retardantes para rociar en áreas afectadas o cercanas al incendio, a fin de prevenir su avance. Esta última técnica es particularmente útil en áreas de difícil acceso.
En base a lo mencionado anteriormente, es evidente que la restauración ecológica debe ser fomentada como una herramienta valiosa para prevenir incendios, ya que contribuye a la creación de paisajes resilientes frente al cambio climático y los incendios futuros. El propósito es claro: establecer ecosistemas saludables y dinámicos que mantengan sus funciones y procesos ecológicos, haciéndolos más resistentes a posibles impactos venideros. Es fundamental recuperar las capacidades de los bosques para que vuelvan a proporcionar recursos naturales que regulen el clima, promuevan la biodiversidad y diversidad de hábitats, al mismo tiempo que impulsen la actividad económica en áreas rurales, iniciativa que viene trabajando World Wildlife Found (WWF).
Finalmente, exhortar a realizar un trabajo articulado desde los gobiernos locales, los Centros de Operaciones de Emergencia Regionales (COER), el Ministerio del Ambiente (Minam), a través de Serfor y la sociedad civil organizada, ya que estos hechos ponen en riesgo la vida de personas y de todo nuestro ecosistema.