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Las MYPES, la mejora continua y la falta de cultura organizacional

Por: Dr. Groover Valenty Villanueva Butrón
Docente de la Escuela de Administración
Campus Piura
diciembre 3, 2025
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A pesar de representar una oportunidad estratégica para competir con eficacia en un mercado incierto y volátil, las micro y pequeñas empresas (MYPES) aún desconocen el verdadero valor de emplear las herramientas de calidad para agilizar sus procesos.

 

Durante los últimos años, las MYPES son personajes clave para la economía peruana, generan empleo y dinamizan la producción local y nacional. Sin embrago, el desafío de desarrollar los estándares de eficiencia y satisfacción del cliente siguen siendo una tarea pendiente. Si bien es cierto que existen desde hace mucho las herramientas de la calidad como el diagrama de Pareto, la hoja de verificación o el diagrama causa-efecto, la aplicación de las mismas en nuestro país, aún se aprecia una práctica que solo aplica para las grandes empresas industriales, lo que limita e impide a los empresarios MYPES a descubrir que la calidad no es solo control, sino la estrategia que les compete a todos.

 

La falta de cultura organizacional orientada a la mejora continua constituye el principal obstáculo para optimizar los procesos, contrario a lo que se piensa, no solo se da por la falta de recursos. En diversas MYPES, los procesos se desarrollan de manera intuitiva, donde no existen indicadores claros, análisis sistémicos de errores o desperdicios, generando en ellas los mismos problemas: mermas, sobrecostos y como consecuencia los reclamos de los clientes.

 

Es importante acotar que implementar las herramientas de calidad no requiere de tener mucho presupuesto, sino la constancia de observar, registrar y actuar con un método; por ejemplo, el diagrama de Ishikawa permite identificar las causas de los errores y partir de ese punto tomar decisiones basadas en datos e información, más no en suposiciones.

 

Otro punto crítico por acotar es la mentalidad de muchos empresarios, quienes consideran que aplicar esta metodología es “una pérdida de tiempo y de dinero” que además complica la rutina laboral en sus empresas; además de ser agentes que se resisten al cambio. Este pensamiento revela un reto en cuanto a la formación en nuestras MYPES priorizando la necesidad de capacitar y sensibilizar al personal sobre los beneficios de gestionar con criterios de calidad, entendiendo que aplicando un enfoque preventivo donde se valora la información la productividad mejora, los costos se reducen y el cliente percibe el cambio. Es en este hito donde la universidad y los diversos centros de formación empresarial tanto privado como estatal, cumplen un papel imprescindible, brindar a los futuros profesionales y empresarios una visión más analítica y responsable sobre la gestión de procesos.

 

La calidad no es solo el requisito para certificar, sino toda una filosofía de vida que te permite crecer de manera holística. Recordar que la empresa que mide, analiza y mejora, aprende; por el contrario, la que improvisa, repite errores y se estanca. En nuestro país, el uso de herramientas de la calidad marcará sin lugar a dudas la diferencia entre una empresa que sobrevive y otra que se mantiene en el mercado y que evoluciona constantemente. Por lo que la tarea no solo recae en los empresarios, sino también en el estado como agente promotor, en la universidad como gestor de conocimientos duros y blandos y en los jóvenes que se están formando como gestores del futuro.

 

El reto es, ¿Podrán las MYPES asumir el reto de transformar su forma de pensar y trabajar a través de la calidad? Tal vez la respuesta esté en la decisión de los nuevos emprendedores de convertir la mejora continua en su marca personal y corporativa.

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