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Letras fuera del Wi-Fi: nuevas formas de leer para la generación del siglo XXI

Por: Universidad César Vallejo
abril 29, 2025
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En un mundo donde todo se mide en clics y tendencias, la lectura enfrenta su mayor desafío: captar la atención de los jóvenes. ¿Cómo devolverle su brillo en la era digital? Escritor y periodista J. J. Maldonado nos ayuda a proponer algunas respuestas.

 

Tiempo atrás, las historias no se limitaban a pantallas diminutas, sino que se desplegaban como mundos infinitos en cada página de un libro. Hoy, esas historias yacen en repisas polvorientas, mientras nuestros dedos se deslizan sin descanso sobre frías pantallas que solo nos invitan a consumir las tendencias efímeras de la sociedad. ¿Cómo lograr que unos ojos, acostumbrados al brillo fugaz de las pantallas, vuelvan a sumergirse en la profundidad y eternidad de las palabras?

 

Según el último informe de la Encuesta Nacional de Lectura (ENL) en el 2022, el 80 % de la población entre 18 y 64 años afirma que la "falta de interés" es la razón principal por la que no compra libros impresos. En cuanto a los libros digitales, el 60 % señala el mismo motivo, mientras que el 30 % indica que "nunca ha utilizado el espacio digital" para la lectura.

 

A lo mejor el auténtico misterio está en recordar que un libro no compite por atención, ni exige prontitud, solo espera el momento adecuado de ser descubierto. En sus páginas, el tiempo no se desliza con un simple toque, sino que se expande de forma pausada, dejando que cada palabra, frase o idea que se asienten en la mente y en el alma.

 

La lectura no ha perdido su lugar, tal vez espera resguardada en las sombras de quienes se atreven a buscarlas. Cuando la encuentren descubrirán una historia que te transporta a un nuevo hemisferio que, a diferencia del contenido detrás de una pantalla, nunca tendrán final. Así lo sostiene el escritor y periodista peruano J. J. Maldonado, quien reflexiona sobre las nuevas formas de lectura en el siglo XXI a través de su libro de ensayo Narrativa mesiánica: animes al rescate de la ficción (Fondo Editorial UCV 2024).

 

En la era digital, donde los jóvenes están expuestos a múltiples formas de entretenimiento, ¿qué estrategias cree que pueden ayudar a despertar su interés por la lectura?

 

La lectura, como la entendíamos en el siglo XX, ya no es la misma. Hoy, leer es consumir narrativas de múltiples dimensiones. Creo que no se trata de ‘volver’ a los lectores, sino de reconocer que las nuevas generaciones "ya están leyendo", solo que en otros códigos. Un adolescente que mira todo el fin de semana un anime como Jujutsu Kaisen, una serie como Dark o la trilogía de El señor de los anillos está “leyendo”, pero “leyendo” de otra forma. Estas nuevas formas, exigen nuevos estímulos. Por ejemplo, la gamificación convierte el libro en una experiencia lúdica; los fanfics reescriben mundos, democratizan la ficción y crean comunidades; los escape rooms literarios transforman la lectura en inmersión y desafío; el manga y el cómic reafirman que la imagen y la palabra pueden ser inseparables. 

 

¿De qué manera las tecnologías digitales pueden utilizarse como aliadas para fomentar el hábito de la lectura en los jóvenes?

 

Primero hay que entender que las tecnologías no son el enemigo de la lectura, sino su nuevo territorio. Las redes sociales han convertido el acto de leer en un fenómeno compartido: booktokers que viralizan novelas, plataformas como Wattpad donde los lectores se convierten en autores, videojuegos con narrativas profundas que exigen una alfabetización compleja. La clave está en integrar estas herramientas en la educación y la mediación cultural, en diseñar experiencias transmedia donde un libro pueda tener su expansión en un podcast, un hilo en X o un metaverso literario.

 

 

Las redes sociales influyen en la forma en que los jóvenes consumen información. ¿Cómo se puede aprovechar este fenómeno para incentivarlos a leer más?

 

Las redes sociales han transformado la lectura en un acto de inmediatez y fragmentación, pero también en un espacio de comunidad y recomendación. No se trata de combatir TikTok o Instagram, sino de usarlos como puentes: hilos virales que resúmenes clásicos, booktubers que convierten la literatura en experiencia, fanfics que expanden universos narrativos. La clave es infiltrar la literatura en los formatos que ya consumen los jóvenes, hacer que un meme pueda llevarlos a Borges, que un trend los acerque a Cortázar, que un reel sobre manga los empuje a la literatura japonesa. No se trata de imponer, sino de seducir.

 

Muchos jóvenes ven la lectura como una obligación académica en lugar de un placer. ¿Qué estrategias pueden ayudar a cambiar esta percepción?

 

Hay que sacar la lectura del aula y llevarla al juego, al desafío, a la experiencia. Si los jóvenes ven la lectura como un castigo, el truco es disfrazarla de placer. Nadie “odia leer”, solo odian cómo se lo han impuesto y cómo se percibe desde los ojos juveniles. A veces, también, se cree que un escritor siempre es un tipo con saco y corbata y monóculo. Un chico de quince años ve en eso no una figura para imitar, sino a su antagonista inmediato. Creo que se debería quitar un poco la solemnidad al acto de leer. Repito: un escape room literario hace que leer sea aventura, el fanfiction lo convierte en creación, la gamificación lo vuelve recompensa, los cómics y los mangas en una fiesta gráfica y muy visual.

 

¿Cree que los audiolibros y los libros interactivos pueden ser herramientas efectivas para acercar a los jóvenes a la literatura?

 

Absolutamente. Los audiolibros convierten la lectura en una experiencia sensorial, casi cinematográfica, mientras que los libros interactivos hacen que el lector deje de ser un espectador pasivo y se vuelva parte de la historia. No se trata de “sustituir” el libro en papel, sino de ampliar las formas de narrar y conectar. La literatura no es el objeto, es el contenido, y el contenido es a la vez fondo y forma que puede llegar a nosotros de muchas maneras. Y una de ellas es el libro.

 

En su opinión, ¿qué tipo de historias o géneros literarios pueden captar mejor la atención de los jóvenes en la actualidad?

 

Pues creo que cualquier historia que está bien contada. No importa el género o el tema, solo importa cómo está contada. Después de eso, no importa nada. Se puede tener buenas intenciones, pero eso nunca es una garantía. Ni siquiera una garantía editorial. Un libro de vampiros puede ser un bodrio, pero también puede ser una genialidad si está estupendamente bien escrito.

 

Existen iniciativas como clubes de lectura digitales y aplicaciones de lectura gamificada. ¿Qué tan efectivas cree que son estas herramientas para enganchar a los jóvenes con la lectura?

 

Son efectivas porque hablan el mismo idioma que los jóvenes: lo digital, lo interactivo, lo inmediato. Un club de lectura en Discord o una App que te recompensa por leer funcionan porque transforman la lectura en una experiencia social y lúdica. Ya no es un acto solitario ni una imposición escolar, sino un juego, un reto, una comunidad. Por ejemplo, en España, la plataforma Fiction Express permite que los estudiantes lean capítulos de una historia en desarrollo y voten por cómo continuará, convirtiéndolos en coautores. En Perú podríamos adaptar estas ideas creando clubes de lectura en TikTok o Apps que vinculen la literatura con la narrativa oral andina, permitiendo que los jóvenes no solo lean, sino que también creen y compartan historias en sus propios términos.

 

Si tuviera que dar un consejo clave para que los jóvenes encuentren placer en la lectura en este mundo digitalizado, ¿cuál sería?

 

Que se olviden de la “lectura obligatoria” y exploren sin culpa. No tienen que empezar con los clásicos ni con lo que dicta el colegio. Si les gustan los mangas, los fanfics, los hilos de X bien narrados, los videojuegos con buenas historias, todo eso también es lectura. Lo importante es descubrir que leer no es un castigo, sino una forma de jugar, de imaginar, de conectar. Y una vez que encuentren algo que los atrape, el resto de los libros llegará por pura añadidura.

 

J. J. Maldonado menciona que la lectura no se ha extinguido ni se ha desnaturalizado, simplemente ha existido un cambio en la forma de leer entre los jóvenes. “No se trata de culpar a los lectores, sino de reconocer que las nuevas generaciones continúan leyendo, solo que ahora lo hacen a partir de otros códigos", afirma. En una sociedad donde las historias se consumen mediante series, películas, videojuegos y cómics, el secreto es adaptar la literatura a estos nuevos lenguajes.

 

El ensayista peruano propone transformar la lectura en un juego para atraer a los jóvenes. "Si la ven como un castigo, el truco es disfrazarla de placer", señala. Por ejemplo, los escape rooms literarios estimulan el pensamiento crítico al vincular acertijos con una historia. El fanfiction permite expandir universos narrativos y explorar personajes. La gamificación incentiva la lectura al incorporar dinámicas de juego en el aprendizaje. Y los cómics y mangas ofrecen una inmersión visual que convierte la lectura en una experiencia más atractiva y personal.

 

Las tecnologías digitales, lejos de ser una amenaza, pueden convertirse en aliadas para fomentar el hábito de la lectura. Plataformas como Wattpad permiten que los lectores también sean creadores, y que los booktubers viralizan libros con el mismo entusiasmo con el que se comparte una tendencia. "La clave está en integrar estas herramientas a la educación y aprovecharlas para resignificar las formas tradicionales de compartir y entusiasmar con la lectura", subraya el autor.

 

Las iniciativas digitales han logrado que la lectura dialogue con la era moderna: lo digital, lo inmediato, lo interactivo. "En Perú, podríamos adaptar estas ideas", dice Maldonado, imaginando clubes en TikTok o Apps que entretejan la literatura de vampiros o de aventura con la narrativa andina. Lo esencial no es solo leer, sino crear, compartir, hacer de cada historia un eco en nuevas voces.

 

Desde pequeños nos enseñaron que la lectura era una obligación, pero la literatura no es un mandato, sino un conjuro. "Que se olviden de la 'lectura obligatoria' y que la exploren sin culpa", sostiene Maldonado, sacando una chispa en la oscuridad. La literatura es un hechizo, y como todo buen hechizo, cuando te atrapa, ya no hay escapatoria. Porque, tarde o temprano –y por cualquier vía–, algún libro encontrará a su lector, y no al revés.

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