Diversas investigaciones pedagógicas señalan que este enfoque es vital para el desarrollo integral del niño en los primeros años de su vida, desde que nace hasta aproximadamente los seis años de edad, pues promueven el máximo potencial de su desarrollo y logran aprendizajes a partir de un ambiente enriquecido por el fomento de interacciones afectivas sanas como el juego, la seguridad tanto emocional como física del infante, el monitoreo de su salud con la aplicación de vacunas y una alimentación nutritiva y adecuada. Todos estos factores juntos son lo que, de manera comprobada, permiten la consecución de logros fundamentales en el desarrollo de sus habilidades como hablar, caminar, controlar esfínteres y relacionarse con los demás.
La formación del sistema neural se produce durante las primeras etapas de vida del ser humano y su característica principal es la plasticidad cerebral, que consiste en la maleabilidad del cerebro para desarrollar determinadas capacidades. Si un niño es estimulado de manera apropiada, se conseguirá un ser humano con capacidades físicas, mentales, cognitivas y emocionales adecuadas para una integración eficiente con la comunidad. Por otro lado, si no reciben estímulos adecuados, estas capacidades e incluso talentos podrían no ser activados y se desaprovecharía su potencial.
Beneficios de la educación temprana
La utilización de este enfoque le brinda al niño múltiples beneficios, pues es el inicio de una cadena de estímulos que le permite desarrollar su capacidad y maleabilidad cerebral, un mejor desarrollo de sus estructuras neurológicas, ayudando al aprendizaje del lenguaje y al desarrollo de sus habilidades cognitivas.
Otro eslabón de la cadena es que aumenta su capacidad de socialización, promueve la educación emocional, facilitando el mejoramiento de las frustraciones propias de la edad y aumenta la autoestima.
Por último, favorece que el infante disfrute cada etapa de su aprendizaje, aviva su creatividad y curiosidad, ayudándolo a ser más autónomo y capaz de lograr todo lo que se proponga en un entorno estimulante donde puede explorar y preguntar. Esto fortalece su curiosidad natural y su deseo de aprender, dos cosas que son fundamentales para el aprendizaje en cada etapa de su vida.
Importancia de la educación temprana
Es de vital importancia que la educación temprana se lleve a cabo en ámbitos que se complementan entre sí. En el hogar, con la persona encargada de velar por el bienestar del niño, esta puede ser el padre, la madre, los abuelos o un cuidador. En el ámbito educativo, se puede llevar a cabo en centros de estimulación, instituciones educativas de nivel inicial o cualquier otro centro de enseñanza.
Teniendo en consideración que, ya sea el entorno familiar o educativo en el que se desarrolla, la educación temprana debe ser inclusiva y adaptada a las necesidades de cada niño, reconociendo su diversidad y fomentando el respeto, la equidad y las normas de convivencia social.
Son múltiples las razones que enfatizan la importancia de la educación temprana; entre ellas tenemos:
- Favorece el desarrollo cognitivo: promoviendo habilidades como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la creatividad.
- Desarrolla las habilidades sociales y emocionales: como la empatía, la cooperación y la comunicación efectiva, además de fomentar el autocontrol, la autoestima y la autorregulación emocional.
- Beneficia el desarrollo del lenguaje: fomenta la adquisición de vocabulario y habilidades de comunicación, habilidades esenciales para el éxito académico y social.
- Fortalece los lazos familiares: al involucrar a las familias en este proceso se proporciona, a todos los integrantes, herramientas y recursos para facilitar el desarrollo y aprendizaje del infante en el hogar.
- Se constituye en una base sólida para el aprendizaje futuro: los niños que reciben educación temprana de calidad tienden a tener un mejor rendimiento académico en los otros niveles de educación.
- Permite intervenciones tempranas: a través de este enfoque, los educadores y padres de familia pueden identificar, abordar y tratar cualquier retraso o dificultad en el desarrollo integral del niño.
En resumen, el enfoque de educación temprana es crucial para el desarrollo integral de los niños -a nivel individual y colectivo- con efectos positivos a corto, mediano y largo plazo. La inversión en programas en los que se implementa la educación temprana es una de las mejores estrategias para asegurar un futuro mejor para las nuevas generaciones, pues beneficia, principalmente, a los niños y también produce un impacto positivo en la sociedad, reduciendo el índice de pandillaje y criminalidad, una mayor y mejor educación y una optimización de la tasa de empleabilidad.