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La inteligencia artificial en los estudios: una oportunidad para transformar el aprendizaje

Por: Mtro. Elmer Escudero Pinchi
Coordinador del programa SUBE
Campus Tarapoto
octubre 15, 2025
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La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en uno de los avances tecnológicos más influyentes de nuestro tiempo y su impacto en la educación es cada vez más evidente. En la actualidad, hablar de estudiar sin el apoyo de herramientas inteligentes resulta casi impensable. Desde plataformas que corrigen textos hasta sistemas que personalizan el aprendizaje, la IA está transformando la forma en que los estudiantes aprenden y los docentes enseñan. Sin embargo, este cambio no está exento de retos éticos y pedagógicos que deben ser analizados con cautela.

 

En primer lugar, diversos estudios han demostrado que la IA puede mejorar significativamente los resultados de aprendizaje. Por ejemplo, Dennis et al. (2016) realizaron un meta-análisis en Computers & Education: Artificial Intelligence, donde comprobaron que las herramientas basadas en IA ayudan a mejorar la comprensión auditiva, la expresión oral y el vocabulario en estudiantes de idiomas. Esto confirma que el uso de sistemas inteligentes puede potenciar el aprendizaje activo y adaptativo. De manera similar, Shembu y Lee. (2025), en la revista AIMS Public Health, encontraron que la utilización de simulaciones y tutores virtuales en la formación de enfermería no solo incrementa el desempeño práctico, sino que también reduce la ansiedad y mejora la confianza de los estudiantes. Estos resultados evidencian que la IA tiene un impacto positivo tanto en el aprendizaje académico como en el bienestar emocional.

 

Por otro lado, uno de los mayores aportes de la IA en la educación es su capacidad para personalizar el aprendizaje. Garzón et al. (2025) señalaron en Multimodal Technologies and Interaction que las aplicaciones educativas inteligentes pueden adaptar los contenidos, la dificultad y el ritmo de enseñanza a las necesidades de cada alumno, lo que fomenta una mayor motivación y compromiso. Además, este tipo de herramientas favorece la inclusión educativa, ya que proporciona recursos accesibles a estudiantes con discapacidad o con diferentes estilos de aprendizaje. Melo-López et al. (2025), en Education Sciences, destacaron que los sistemas basados en IA promueven la equidad educativa al ofrecer interfaces adaptativas y tecnología de reconocimiento de voz o texto, eliminando barreras que antes limitaban la participación plena de ciertos grupos.

 

Asimismo, el uso de la IA puede tener efectos positivos en la motivación, las emociones académicas y la creatividad. Según Lin y Chen (2024), en un estudio publicado por BMC Psychology, tanto estudiantes como docentes perciben que las herramientas de IA reducen la ansiedad y aumentan la curiosidad y el entusiasmo por aprender. Estas herramientas no solo facilitan la comprensión de los temas, sino que también estimulan el pensamiento creativo y el deseo de explorar nuevas formas de aprender. Además, al automatizar ciertas tareas rutinarias, permiten a los estudiantes concentrarse en el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico y resolución de problemas.

 

La IA también representa un aliado importante para los docentes. Como señalan Seo et al. (2021) en el International Journal of Educational Technology in Higher Education, las herramientas inteligentes pueden automatizar procesos de evaluación, analizar el progreso de los estudiantes y ofrecer retroalimentación inmediata, liberando tiempo para que el profesor se concentre en la enseñanza reflexiva y en la guía personalizada. Sin embargo, para que este potencial se aproveche plenamente, es necesario que los docentes reciban capacitación en competencias digitales y en el uso ético de la IA, garantizando que su implementación mantenga el foco en el aprendizaje humano.

 

A pesar de sus ventajas, el uso de la IA en los estudios también presenta desafíos. Es necesario reflexionar sobre la dependencia tecnológica, la privacidad de los datos y la equidad en el acceso a estas herramientas. Si bien la IA puede potenciar la educación, también puede generar desigualdades si todos los estudiantes no cuentan con los recursos para acceder a ella. Por eso, su incorporación debe ir acompañada de políticas institucionales que promuevan la inclusión y la formación ética en el uso de la tecnología.

 

En definitiva, la inteligencia artificial no debe verse como una amenaza ni como un sustituto del pensamiento humano, sino como una oportunidad para enriquecer el proceso educativo. Bien utilizada, puede mejorar el aprendizaje, fomentar la creatividad y fortalecer la labor docente. Pero su verdadero valor radica en cómo las personas la usan: con pensamiento crítico, ética y responsabilidad. La educación del futuro no dependerá solo de saber usar la IA, sino de saber pensar con ella, para aprender mejor, decidir con criterio y crear un mundo más justo y humano.

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