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Tres caminos, un administrador de empresas

Por: Mgtr. Wilder Genaro León Vásquez
Coordinador de la Escuela de Administración de Empresas
Campus San Juan de Lurigancho
noviembre 14, 2025
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Tenía poco más de dieciséis años cuando tuve que enfrentar una de las decisiones más importantes de mi vida: elegir qué carrera estudiar.

 

Mi test vocacional arrojó tres posibles caminos: Derecho, Periodismo o Administración. Sin embargo, los días pasaban y yo seguía indeciso, dando vueltas en mi cabeza sin atreverme a elegir, mientras mis padres esperaban con una mezcla de paciencia y preocupación.

 

Derecho fue el primero en quedar descartado. No me atraía la idea de debatir leyes, memorizar códigos o pasar horas entre textos legales. Periodismo, en cambio, me resultaba más interesante, pero la vocación se desvaneció pronto al ver las noticias de reporteros que perdían la vida cubriendo hechos de violencia. Además, mi madre insistía en que los periodistas ganaban poco.

 

Así que solo quedaba la tercera opción: Administración de Empresas. Tampoco estaba completamente convencido, aunque la idea de dirigir una organización, liderar equipos y tomar decisiones me resultaba atractiva. Tal vez porque, en el fondo, no quería tener un jefe.

 

Le comenté esto a mi primo, quien escuchó en silencio y, unas semanas después, me sorprendió con un regalo: un libro de Harold Koontz sobre Administración. “Revísalo —me dijo—, un administrador puede crear su propia empresa y ser su propio jefe”. Aquella frase me marcó, y fue suficiente para decidirme.

 

Elegí Administración de Empresas, para alegría de mis padres y, con el tiempo, también para la mía. Desde el primer día me tracé un objetivo claro: al terminar la carrera, debía fundar mi propia empresa.

 

Con el tiempo descubrí que la Administración es mucho más que dirigir personas o manejar recursos. Es una carrera profundamente multidisciplinaria, porque combina conocimientos de economía, contabilidad, psicología, marketing, derecho, tecnología y hasta sociología. Cada decisión que toma un administrador está influenciada por diversas áreas del saber, lo que convierte su formación en un puente entre la teoría y la acción, entre el pensamiento y los resultados.

 

Hoy entiendo que aquella elección adolescente fue, en realidad, el primer gran acto de liderazgo de mi vida: tomar las riendas de mi propio destino. Con el tiempo descubrí que la Administración me enseñó mucho más que técnicas y estrategias; me regaló una nueva forma de mirar el mundo. Aprendí a organizar mi vida, a encauzar mis metas y a convertir los temores en impulso. Al final, ser administrador de empresas es eso: construir proyectos, inspirar a otros y aprender a dirigir el rumbo de nuestra propia historia.

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