Cuando realmente se quiere hacer gestión en salud se debe partir por la planificación, teniendo en cuenta un buen diagnóstico territorial, innovación, creatividad y ética, sobre todo proactividad. Al respecto, en la actual situación, seguimos confiándonos una vez más en los “finales de las olas” y no se prepara ninguna acción preventiva de empoderamiento comunitario ni de respuesta rápida en caso las cosas se salgan de las manos y nos enfrentemos a una “cuarta ola”.
Analicemos todos los errores –por no decir horrores– cometidos durante esta pandemia, partiendo de esa mala costumbre de copiar experiencias de países desarrollados en un país como el nuestro, donde los distintos escenarios socioantropológicos han jugado en contra, y para empeorar las cosas en regiones del interior, como la nuestra, aplicando las equivocadas “normas” capitalinas han exagerado a veces, como fue el caso de la “regionalización de la ivermectina” donde se gastó innecesariamente en personal e insumos para repartir las “milagrosas gotitas” que crearon falsa sensación de seguridad y por tanto mayor mortalidad subsecuente.
Del mismo modo, ahora, hay una total convicción triunfalista que la vacuna anticovid lo soluciona todo, cuando en la práctica vemos a personas, con dos o hasta tres dosis, que igual se complican o mueren, lo cual muestra que no depende de la cantidad de dosis con que se cuente, sino del grado de exposición y condiciones propias de riesgo e inmunidad de cada persona. Las vacunas ayudan, pero no garantizan al 100% salvar una vida. Debemos garantizar el autocuidado, detección oportuna y atención inmediata, pero claro que eso no se está organizando. Seguiremos siendo reactivos y no proactivos.
También cabe mencionar que, desde el inicio de la pandemia, hemos escuchado mencionar la importancia de la atención primaria en salud, pero nada se ve en la práctica, y, aunque la confunden con el primer nivel de atención, este tampoco ha sido totalmente funcional hasta el momento. Tenemos gran cantidad de personal de salud que ha cubierto la brecha de atención, pero cuando terminen estas “olas” finalizarán también sus contratos a pesar de haberse desnudado la realidad de este precario sistema de salud.
Lamentablemente, la verdadera atención primaria en salud no vende fotos de portadas ni logra contratos onerosos, por lo que seguiremos observando el enfoque reactivo, asistencial y socorrista en espera de más “olas” o quizá de más pandemias.
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