En la actualidad, nos hemos visto afectados tanto en la parte física, mental, como en la económica, producto de experimentar pérdidas humanas, materiales, hábitos, etc. Pero no todo han sido pérdidas, también experimentamos un mundo tecnológico el cual nos enseña que podemos realizar un trabajo desde casa, generar nuevos aprendizajes, mantener la comunicación activa con familiares y amigos que se encuentran al otro lado del mundo y otras cosas positivas. Sin embargo, los extremos y el mal uso de estos medios muchas veces no son beneficiosos para nuestro bienestar y pueden afectar nuestra salud mental.
Definamos salud mental: según la OMS, es el estado de bienestar el cual permite al individuo cumplir su potencial, enfrentándose a las dificultades que se presentan en el diario vivir, trabajo fructífero y contribuir en el desarrollo de su comunidad.
De acuerdo con la definición inferimos que los individuos demuestran sus capacidades y habilidades para poder sobrevivir a estos cambios bruscos derribando obstáculos, afrontando los nuevos retos que se presentan, como estar pegados a su teléfono móvil, la computadora, horas conectado en plataformas de comunicación, alterando sus horas de comida, descanso e inclusive horas de sueño.
Estas cosas conllevan a experimentar fatiga visual, impotencia, irritabilidad, insomnio, estrés, estados de ansiedad y, en algunos casos, depresión. Asimismo, no permiten que la persona disfrute su diario vivir, de su familia; producen sentimientos y pensamientos negativos que llevan a perder la satisfacción de realizar las cosas y afectan la salud mental.
Por ello es importante ser conscientes de las actividades que desarrollamos y priorizarlas; no vivir en automático, disfrutar de las bondades de la tecnología para mejorar nuestra calidad de vida y alcanzar nuestros objetivos.
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