Las organizaciones participan en un entorno caracterizado por la presencia de eventos conocidos y no conocidos, latentes o que pueden activarse por primera vez, generando violentos cambios que perturban su estabilidad. La principal causa de estos constantes desafíos son las TIC. Debido a esto, se genera el ingreso y salida de actores procedentes de diversos lugares que ejercen influencia directa o indirecta en el mercado.
Por lo tanto, a las organizaciones les corresponde ser competitivas y estar al servicio tanto de los clientes internos como externos, pues constituyen su razón de ser. Los tomadores de decisiones que aplican las ecologías del aprendizaje y el autoliderazgo pueden gestionar con efectividad los nuevos entornos denominados BANI, siglas que provienen de las palabras en inglés: Brittle, Anxious, Nonlinear e Incomprehensible, cuya traducción en español es: Fragilidad, Ansiedad, No linealidad, Incomprensibilidad (Cascio, 2020).
En dicho entorno, se considera que el individuo es lo más importante del proceso y la actividad en entidades públicas o privadas, a nivel micro o macro. Por ello, la sigla “A” representa a la ansiedad y/o desesperación que se concibe por los rotundos cambios no lineales que el individuo no comprende en su totalidad (incomprensible). Además, la existencia de abundante información produce mucho “ruido”, genera confusión y más angustia en las personas.
El gestor organizacional debe analizar constantemente el ambiente interno y externo, pues muchas veces el producto cumple con los estándares; sin embargo, el resultado no logra satisfacer las expectativas del mercado, debido a que la nueva realidad ha dado un giro de 360 grados. Por esta razón, la fragilidad del entorno ocasiona ansiedad en el personal, porque el cambio no lineal implica desaprender, es decir, abandonar la zona de confort para adoptar los nuevos procesos. Además, estos cambios no se logran entender en su totalidad, porque existe desconexión entre la causa y el efecto, entre la proporción y su percepción.
Finalmente, el conocimiento de esos entornos permite explorar y valorar las apreciaciones del individuo y sus acciones en las organizaciones para adaptarse rápidamente a sus requerimientos, fomentando la creatividad en el cliente interno, la innovación, el autoliderazgo y las ecologías de aprendizaje para ser capaz de constituir equipos de trabajo que realicen contribuciones efectivas a la organización e implementen la mejora continua.