En los últimos días se han venido suscitando diferentes acontecimientos como protestas, huelgas y paros en diferentes regiones del país. Se sabe que, como ciudadanos peruanos, tenemos derecho a reunirnos y hacer sentir nuestra voz de protesta de una forma pacífica; sin armas ni optando por cualquier forma de violencia, según el Artículo 2 numeral 12 de la Constitución Política del Perú, pero lastimosamente a veces sucedo lo contrario.
Este tipo de actos trae serias consecuencias no solo a los manifestantes, sino a todas las personas naturales y jurídicas que se ven afectadas con los bloqueos de carreteras o cualquier vía nacional, entre ellos los vinculados a la actividad turística y, siendo más realistas, se ve afectada la actividad turística en sí.
Esto provoca un incremento de los costos variables en la producción de los servicios turísticos, ya sea de un hotel o de un restaurante y, por qué no, de una agencia de viajes, teniendo en cuenta que el turista realiza su reserva y pago de esta con varios días anticipación. En un afán de cumplir con lo negociado, el empresario tiende a perder o simplemente deja de ganar lo planificado, todo debido al desabastecimiento provocado por los problemas sociales y políticos.
Así mismo, las protestas generan una mala imagen para los diferentes destinos a nivel nacional y sobre todo para nuestro país, que, con tanto esfuerzo, por décadas, se ha venido vendiendo y poniendo en vitrina a nivel mundial como un país seguro, en donde los visitantes pueden realizar y cumplir sus actividades programadas; sin embargo, lo que se consigue con los bloqueos es que cientos de personas se queden varadas sin poder satisfacer las expectativas que tenían al iniciar su viaje y solo queda reprogramar o cancelar sus actividades, lo cual genera mayor malestar e inconformidad.
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